No es la primera vez que en los medios de comunicación algún ser mortal, como el resto, compara el trabajo de un futbolista, que no es más que otro ser mortal, con el de un albañil, más mortal si cabe por el riesgo que conlleva su profesión.
Ayer en el programa "Tiempo de Juego" de la Cadena Cope, el comentario, acertadísimo por otra parte, lo hacía el entrenador de fútbol Luis Ángel Duque en referencia a Ronaldo:
- Destacar en plan de ni fu ni fa la entrada de Ronaldo. Ha tenido 24 minutos.
Abellán le replicaba: - Pobrecillo, lleva dos meses descolgado.
- Claro, pobrecito, hay que justificarle. ¿Y el albañil que se ha levantado a las seis de la mañana?
- Eso es demagogia gratuita y barata...
- De gratuita nada. Díselo al que está colgado del andamio y le viene la lluvia así que le pega de costado.
- El que está colgado del andamio le pones ahí a jugar...
- Y a lo mejor... Pero éste algo más le queda. Que luego éste tiene más salidas que el Bernabéu.
No se trata de comparar la velocidad con el tocino ni tampoco creo que se trate de demagogia barata, como apuntaba José Antonio Abellán. Se trata de la realidad. Y un ejemplo más de lo desproporcionado que es todo en cuanto al contrato del futbolista se refiere. El albañil trabaja para los demás, mientras que el futbolista trabaja para sí mismo. El albañil dedica 10 horas al día para ganar un jornal que se queda a años luz de lo que gana un futbolista de la talla del brasileño, que trabaja, como mucho, 4 horas al día.
Y si Ronaldo viene de una lesión, que se lo digan al albañil del andamio. Si el albañil se cae al suelo, con un poco de mala suerte se mata. Y si está de baja, veremos si le siguen pagando. El fútbol es un hobby, el trabajo no. Quien trabaja, lo hace para llegar a fin de mes. Quien juega al fútbol debería ser para divertirse, para ganar y para estar sano. Ronaldo, por poner un ejemplo, juega para ganar... sí: dinero. Pero se le olvida que es tan mortal como el resto de los albañiles y que no pertenece a ningún otro estrato. Todos formamos parte de la misma sociedad, aunque siga habiendo clases. Pero ése ya es otro cantar.