El empresario imbécil
Piterman ha vuelto a las suyas. Bañuelos, el último pseudo-entrenador del Deportivo Alavés, ha sido cesado. Al final, otra vez más, insisto, otra vez más, han sido las discrepancias entre trabajador y empresario las que han hecho que el trabajador, el que nunca tiene la razón aunque la tenga, se va a la calle.
Piterman es ese prototipo de empresario que por llegar donde ha llegado se cree el rey del mambo. Sí, vale, el Alavés es una SAD, es un empresa y funciona como todas: el trabajador es el que se puede ir a la calle por discrepar con el jefe. El jefe, si se va, no se va en balde, el dinero y la avaricia siempre le acompaña. Y éste, el Piterman éste, no es una excepción.
Vuelve Chuchi Cos, que ya dijo que no esperaba ni quería volver al puesto de entrenador. El vestuario del Alavés, pese a que digan lo contrario (si rajas, no ves un duro, ya lo ha dicho Bañuelos) debe de estar desmoralizado. Pero ésos que no tienen otras ofertas o ésos que sienten el amor de una afición que jamás abandona a sus jugadores, no tienen otra alternativa. Tienen que aguantar, tienen que trabajar y seguro que evitan ver la cara a su presidente lo más que puedan. Es triste que tu jefe te llame "mercenario" y te diga que trabajas por dinero. Piterman lo dijo el año pasado de sus jugadores. Hace falta ser mala persona y dictador. Producto del capitalismo futbolístico y consecuencia extrema de las SAD. Mala hierba nunca muere.
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